Devastadoras im??genes: EL TIEMPO sobrevol?? la Amazonia y lo que antes era selva ahora son potreros sin un solo ??rbol
A bordo de un Cessna 210, EL TIEMPO document?? la destrucci??n del Guaviare, donde el acaparamiento de tierras y la ganader??a acaban con el bosque.??
Deforestaci??n en el departamento del Guaviare, en plena Amazonia colombiana.??Cinco departamentos concentraron el 73 % de la deforestaci??n en 2024: Meta, Caquet??, Guaviare, Antioquia y Choc??.
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Edwin Caicedo. EL TIEMPO
No hemos despegado y ya somos conscientes de que nos dirigimos a ver un escenario de devastaci??n.
Hace calor, estamos en San Jos?? del Guaviare y la h??medad y los 32 ?? de temperatura se sienten sobre la pista del Aeropuerto Jorge Enrique Gonz??lez Torres. Espera por nosotros un Cessna 210, una peque??a aeronave a la que apenas le caben 6 pasajeros, incluido el piloto. Somos conscientes que este pa??s es rico e inmenso, pero apenas despegamos notamos que su selva ya no es infinita.
Deforestaci??n en el departamento del Guaviare, en plena Amazonia colombiana.
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Edwin Caicedo. EL TIEMPO
A los pocos minutos, mientras la aeronave asciende, la destrucci??n es evidente. Volamos a 2.400 pies de altura y estabilizamos el vuelo a 124 nudos de velocidad.
Desde aqu??, es claro que Colombia est?? perdiendo su riqueza, que el bosque que otrora era selva virgen hoy est?? lleno de vacas y convertido en pastizales que ya no regulan el clima ni env??an lluvias hasta los Andes y Bogot??, como ha hecho durante siglos la selva.
La Jornada de Inmersi??n Cient??fica organizada por IRI Colombia este fin de semana ha reunido a acad??micos, tomadores de decisi??n, l??deres religiosos, dirigentes pol??ticos y periodistas para observar desde el aire uno de los paisajes m??s urgentes del pa??s: el coraz??n de los N??cleos Activos de Deforestaci??n (NAD), esos puntos donde la selva est?? cayendo m??s r??pido que la capacidad institucional de detener su derrumbe.
Apenas el avi??n avanza sobre la Reserva Natural Nukak, se revela el primer golpe visual: cuadrados perfectos, linderos reci??n marcados, manchas claras donde antes hab??a bosque de miles de a??os. La geometr??a del acaparamiento de tierras es tan precisa que parece dise??ada con regla. Entre esos parches, se ven resplandecer los pozos para el ganado, espejos de agua artificiales rodeados de vacas que caminan lentamente entre lo que ayer era selva primaria y hoy es un potrero.
???Ah?? a su izquierda, ese hueco gigante, todo eso deber??a ser selva, todo eso es deforestaci??n???, dice, casi gritando, Sandra Castro, cient??fica e investigadora del Instituto Sinchi que acompa??a el sobrevuelo, mientras se??ala un punto entre Calamar y el borde occidental de la Reserva Nukak
.??
El avi??n avanza unos segundos. Quienes vamos en la aeronave apenas escuchamos: el sonido ensordecedor del motor Continental O-470 que nos ayuda a mantenernos en el aire nos obliga a ir en silencio. Pero a??n si pudi??ramos escucharnos, el escenario ser??a el mismo. Solo hay devastaci??n, sin importar hacia donde miremos. El ambiente es de tristeza.
En Calamar, el paisaje empeora. Se distinguen caminos ilegales que serpentean como cicatrices recientes, abri??ndose paso hacia zonas profundas donde la tala avanza sin oposici??n.
Los cultivos il??citos, escondidos entre potreros y rastrojos, aparecen como rect??ngulos m??s peque??os. La coca tambi??n es uno de los motores de p??rdida de bosque.
M??s al sur, hacia Cerro Azul, el terreno se desdibuja. La monta??a que guarda algunos de los pictogramas rupestres m??s antiguos del continente est?? ahora cercada por praderas y vacas pastando.
Colombia mantiene 51,8 % de su territorio cubierto por bosque (59.078.025 ha).
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Edwin Caicedo. EL TIEMPO
Guaviare: un n??cleo que arde por dentro
Las cifras oficiales confirman lo que desde el Cessna parece innegable: Guaviare es hoy uno de los cinco departamentos que concentran la mayor??a de la deforestaci??n nacional. Y dentro del mapa de los nueve N??cleos Activos de Deforestaci??n (NAD), el NAD Guaviare aporta el 4 % de toda la p??rdida de bosque del pa??s durante 2024.
Pero el Guaviare es tambi??n la puerta del arco de deforestaci??n amaz??nico, donde los grandes n??cleos colindantes, como Sabanas del Yar?????Cagu??n (18 %), Llanos del Yar?????Marginal de la Selva (12 %) y Sur del Meta (11 %), empujan la frontera de la pradera hacia el sur y el oriente, presionando ecosistemas que ya est??n al l??mite.
Los resultados del monitoreo del SMByC del Ideam para 2024 muestran que Colombia perdi?? 113.608 hect??reas de bosque en el a??o. Aunque la cifra es mayor que la del 2023 (79.256 hect??reas), el 2024 es???parad??jicamente???el segundo a??o con menor deforestaci??n en 24 a??os. Esa aparente contradicci??n se explica por la l??nea base hist??rica: desde 2001, Colombia ha perdido 3,49 millones de hect??reas, a un promedio anual de 145.802 ha.
Ganado, cuiltivos il??citos y acaparamiento ilegal impulsan la deforestaci??n
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Edwin Caicedo. EL TIEMPO
La Amazonia concentra el 68 % de toda la deforestaci??n del pa??s en 2024, con 77.124 hect??reas perdidas, un aumento del 74 % respecto a 2023. En esa regi??n, la deforestaci??n acumulada supera los 2,05 millones de hect??reas, evidencia de un da??o que avanza sin tregua.
El a??o tambi??n confirm?? un patr??n peligroso: los cuatro trimestres de 2024 registraron aumentos en comparaci??n con 2023, con un pico severo en la tercera semana de febrero, especialmente fuerte en Meta, Guaviare y Caquet??.
Meta encabez?? la p??rdida: 27.107 hect??reas, un incremento de casi 16.800 respecto a 2023. Caquet?? le sigui?? con 25.263 hect??reas. Antioquia, en contraste, redujo su p??rdida en 942 hect??reas.
Las causas directas que arrasan la Amazonia siguen siendo las mismas: acaparamiento de tierras, ganader??a extensiva, v??as ilegales y cultivos il??citos, apoyados por la tala ilegal y la expansi??n agr??cola industrial.
Deforestaci??n en el departamento del Guaviare, en plena Amazonia colombiana.
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Edwin Caicedo. EL TIEMPO
Desde el Cessna, la realidad es ensordecera. El avi??n vuelve a bordear la ruta hacia San Jos??. A lo lejos, la pista aparece como un hilo negro tras los pastizales. La Amazonia, aunque a??n cubre el 51,8 % del territorio nacional (59 millones de hect??reas), parece un gigante cansado que pierde partes de s?? mismo cada d??a.
Mientras el aeronave desciende y la sombra de sus alas cruza por ??ltima vez sobre un potrero repleto de vacas que otrora fue una selva tupida, el paisaje confirma lo que las cifras dicen y lo que la gente de la regi??n repite desde hace a??os: lo que antes era selva ahora es un llano sin ??rboles. Una pradera tan extensa que parece no terminar. Un recordatorio de que, incluso en el segundo mejor a??o en dos d??cadas, la Amazonia sigue cayendo.
Una ca??da que, vista desde 2.400 pies, duele m??s. Porque desde arriba queda claro que el pa??s est?? perdiendo algo que no se puede recuperar.